Latest Entries »

domingo, 22 de noviembre de 2009

Mis ojos

La verdad, es que, no sé qué salió.

Y también no estar triste,
no crecer con las fuentes, no doblarse en los sauces.
Ancha es la luz para dos ojos, y el dolor danza
en los pechos que aceptan sin flaqueza sus fríos escarpines.
Y no decirte: ni lejana, ni perdida
para no darle razón al mar que te retiene.
Y elogiarte en la más perfecta soledad
a la hora en que tu nombre es la primera lumbre en mi ventana
pues benditos sean mis ojos porque tan alto miraron.

viernes, 20 de noviembre de 2009

Bienvenido

A él recién en su tercer y último viaje le darán la bienvenida.

Y aquí estoy nuevamente: manos al volante por la carretera, sin saber a donde voy, sin saber por qué voy, solo con la clara consigna de llegar a un destino aún incierto.
La noche está demasiado negra para ser enero, y por mis venas lo que menos corre es aliento de verano. Está lloviendo y no veo nada; puedo observar tan solo que voy a más de 120 kilómetros por hora, y así llevo más de treinta minutos, tratando de buscar la respuesta a este, al parecer: mi último viaje.
El viento que ocasiona la velocidad de mi vehiculo me hace lagrimear, y ya no veo claro. Después de estos treinta minutos por la carretera a esta velocidad, he entendido que me quiero matar, que me quiero morir, que me quiero, ir, que me quiero estrellar, que no quiero salir vivo de esta, que ya no quiero seguir alimentando a este mundo con mis penurias.
Aumento la velocidad, estoy a 135 y no tienen idea de lo excitante que esto puede ser. Estoy que aumentando y aumentando, nada me va a parar, apago las luces del carro, quiero estar a oscuras y rezar por última vez.
A lo lejos llego a divisar una curva, pero no, yo iré de frente; ya es hora de cerrar los ojos y decir adiós. Cinco, cuatro, tres, dos, uno.
- Tuvo suerte de solo llegar aquí con uno que otro golpe – me dijo un hombre, que imagino era el doctor, pero...
- Pero…, yo… ¿Cuándo saldré de aquí? – le respondo enseguida.
- Si usted desea, ahora mismo – me dijo sin mostrar compasión alguna.
Cuando llegue a mi casa, todo estaba raro, había algo que estaba distinto, nada se sentía igual, así que decido dejar mi casa e irme a un hotel cercano a pasar la noche al menos, hasta esperar salir de shock en el cual creo aún me encuentro.
Cuando llego al hotel la recepcionista parece que no me quiere atender así que como no tengo ganas de esperar tomo unas llaves que estaban allí, esta daba a una de las habitaciones de los pisos de arriba. Una vez ya acostado y con ganas de cerrar los ojos siento una humareda que se apodera de la habitación, entonces me pongo de pie en un solo golpe, intento abrir la puerta para ver de donde viene tanto humo pero la puerta no se abre, hay algo que le impide a la manija moverse, me pongo a temblar pues no se que es lo que pasa, salgo a observar por la ventana y nada, toda la gente está pasando normal por la calle, empiezo a gritar pero parece que nadie me escucha, las cosas se empiezan a poner mal: por debajo de la puerta empiezo a ver lenguas de fuego, no tardo en deducir que es un incendio, y que por obvias razones no saldré por la puerta, así que decido abandonarme al azar y saltar por la ventana -¿si me he querido matar en la carretera, por qué evitar una muerte ahora?- se me cruzó por la cabeza. Puse una silla al pie de la ventana, saqué las cortinas, pero antes como mi madre me había enseñado y recé y con los ojos cerrados conté para lanzarme. Cinco, cuatro, tres, dos, uno.
- Tuvo suerte de solo llegar aquí con uno que otro golpe – me volvió a decir el mismo doctor de la vez anterior.
- Yo a usted lo conozco – le dije – usted fue quien me atendió la última vez que que estuve aquí.
- Ya puede recoger sus cosas, e ir a casa – me respondió.
Pensé que me estaba volviendo loco así que todo ensimismado decido comprar una cosa en la playa. Un mes ya pasado de la compra, decido meterme al mar a darme un chapuzón, voy como siempre con mi ropa de baño y con la mente recuperada al 100 % de los dos últimos accidentes confusos que he tenido. Una vez en el agua, decido adentrarme un poco más allá, cuando me separé unos cuantos metros de la orilla, ví una moto acuática correr con dos chicos muy jóvenes en ella, no les tomé importancia hasta que se empiezan a acercar a mi, pero no lentamente, sino a gran velocidad, me asusto y les grito que estoy aquí, cuidado conmigo, pero parecen no escucharme, o no darse cuenta, hasta empiezan a dar vueltas alrededor mío, me pongo a rezar porque tengo miedo, pero poco a poco se acercan más, y no ven como agito el agua o muevo las manos para hacerles ver o entender que estoy aquí. Cierro los ojos y empiezo a contar como esperando mi derrota. Cinco, cuatro, tres, dos, uno.
- Tuvo suerte de solo llegar aquí con uno que otro golpe – era el mismo doctor doctor de siempre.
- ¿Usted por qué siempre tiene que estar aquí? – le digo.
- Por qué tú me llamaste, puedes recoger tus cosas y puedes ir a casa – lo dijo sin ningún gesto en el rostro.
- Aquí hay algo muy raro – le recriminé
- Tus ganas de seguir aquí, ya vete – sin mirarme a los ojos – ah,y bienvenbienvenido al infierno.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Primer libro (2da Parte)

Aquí les dejo uno de mis primeros cuentos largos.

En el anterior encontró la biografía de esta chica, hasta hay el libro a Carlos le parecía entretenido pues le daba como que un matiz de misterio a la situación y entró al tercer capítulo:
- Estaba pasando por la calle con mi mamá cuando de pronto pasamos por una librería en Miraflores y veo en la vitrina un libro y una sensación extraña se apodera de mí y le pido a mi mamá que me lo compre y esta acepta encantada, pues le parece asombroso que por primera vez me verá leer un libro. Llegando a casa me encierro en mi habitación para leerlo tranquilo, sin que nadie me interrumpa y en las primeras paginas encuentro la biografía de una chica, al final un texto medio extraño donde decía que se había muerto y que su mamá había tirado este libro por la ventana. – y así lo siguió leyendo.
Todas las historias decían lo mismo, chicos que cuentan como llegaron a esta librería en Miraflores y compraron el libro y todos con algo en común: todos eran hijos únicos igual que él y jamás habían leído nada.
A Carlos esto lo tenía sin cuidado, pero ya lo que sí le pareció demasiado extraño fue leer que todas las veces el libro terminaba siendo botado por la ventana y ya Carlos empezaba a preguntarse si era pura casualidad o ¿Qué? Cuando terminó de leer todo el libro y levantó la cabeza ya no estaba en casa leyendo el libro sino estaba en un mundo extraño, sin paredes, sin nada, sólo un vacío incomprensible que no llenaba nada y al costado suyo estaban todos los personajes pasados, todos de la mano, jugando a la ronda, sin mirarse a los ojos ninguno, como haciendo una serie de ritual, o algo parecido.
Carlos los miró muy extrañado pues creía que era todo un sueño, pero al volver a ver el libro vio a su mamá llorar, gritar maldiciendo todo, pues se estaba muriendo su único hijo y también la pudo ver botar el libro por la ventana.
Juan Martín tiene dieciséis años, y tiene muy claro en la cabeza que el va a ser matemático y por eso acude a una librería en Miraflores a comprarse algo relacionado con los números pero ve un libro medio extraño y decide comprarlo.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Primer libro (1ra Parte)

Aquí les dejo uno de mis primeros cuentos largos.

Carlos David hoy tiene dieciséis años. Hoy es un día raro pues se ha dignado en acercarse a un libro, lo ha leído con creciente fervor, sin titubear en ninguna palabra, pues ha leído un libro anónimo, nadie la firma y la editorial tampoco reconoce autor. A las 9am estaba paseando por las calles miraflorinas en un lunes cualquiera de verano, está de vacaciones y quiere disfrutarlas, gastando como el piensa todo el dinero que tiene sus bolsillos en: chicas, trago, alcohol y uno que otro porro, pero jamás se imaginó que pararse frente a una vitrina para observar una revista de playboy le podría cambiar por completo la vida.
Observó que al costado de esta revista se ubicaba un libro delgado, viejo, amarillento por el pasar frío del tiempo, y en la carátula solo ver la imagen de un lapicero que pinta rojo. Pasó a la librería y preguntó por aquel libro, pues le causó mucha intriga
-¿Cuánto está ese libro de allí? – pregunta Carlos
- Once noventa jovencito – le responde la cajera
- ¿Lo puedo ojear? – dice Carlos
Pero era tal la intriga por aquel libro que no esperó respuesta de la cajera y se digno a cogerlo, lo abrió y no vaciló en sacar de su bolsillo los once noventa que costaba aquel libro. Inmediatamente después de pagar y salir de la librería, se va presuroso a su casa pues ya quiere leerlo.
Mientras corría a su casa con aquel dichoso ejemplar bajo el brazo se cruzó con un amigo que le hizo recordar de la “reu” en la noche a lo que Carlos sólo atinó a decirle:
- Cúbreme por que no llegaré.
- No seas falla pues primo – le responde su amigo
- Disculpa pero estoy apurado, hablamos luego, chau – le dijo Carlos para después irse.
Al llegar a la puerta de su edificio sintió como una especie de alivio pues sabría que ya nada le impedía leer aquel libro tan misterioso. Una vez ya en su cuarto se encierra para que nadie lo interrumpa. Al abrir tan enigmático libro siente que ingresa en él: desde las primeras líneas no pudo dejarlo, se leyó hoja tras hoja sin vaticinar en ninguna.
No fueron más de dos minutos cuando ya había terminado de leerse la presentación, cuando empezó en el primer capítulo, la magia se concretó, pues no recuerda cómo pero todo lo consumió, no dejo de leer, no paro ni para respirar ni parpadear, sus manos estaban temblando, el papel poco a poco se tornaba más y más amarillento, todo era raro: Carlos jamás había leído un libro y menos algo de tal manera.
Nunca se imaginó ver tantos personajes, jamás se le cruzo por la cabeza identificarse con todos. El libro parecía que no tenía sentido, pero Carlos sí lo entendía, era como una especie de diario continuo, pero lo extraño no era la continuación, si no la velocidad con la cuál se movía la historia, pues empieza narrando una chica donde le cuenta:
- Estamos Febrero y afuera está lloviendo y estoy llorando sobre este papel, pues no se que me pasa, no quiero escribir pero hay algo que me condena, y no puedo parar de mover este lápiz y me da miedo, yo no quise hacer nada, solo fui a aquella librería en Miraflores y al costado de una revista había un viejo libro y lo compré. Me pareció raro que al llegar a mi casa y al abrirlo que no halla nada, que todas las hojas estén en blanco, me puse a mirar cada una con detalle, y pude observar que todas al reverso llevan marcado mi nombre, cuando llegué a la última página todo estaba igual, mi nombre estaba ahora en todas las caras, y me puse a llorar sin saber que hacer, sin nada más que decir, después no sé que me pasó, creo que me dormí y pero cuando me levanté, me encontré donde me quedé, pero en mi mano estaba este lápiz y este libro empezaba a ser escrito por mi puño y letra, empecé a contar todo lo que me había pasado en la vida, era como si estuviera escribiendo mi biografía, pero al escribirla me di cuenta de un detalle: que jamás yo he leído ningún libro, que jamás he escrito nada, que jamás me han interesado las letras, que no me llevo con esto de escribir ni leer, pero no se por qué compré este libro, sólo me pareció lindo y nada más. Una vez que terminé de escribir mi vida, mi historia; todo se puso negro, sentí cómo si me desprendiera de mi cuerpo, vi como me alejaba de él poco a poco, no podía defenderme, algo me jalaba, observé a mi mamá llegar y verme agonizar, tiritar por un poco de ayuda, pero ayudó sólo a mi cuerpo, no me vio salir de este, empezó a llorar, a gritar, a maldecir todo, yo era su única hija, ahora ella está sola pues papá murió hace unos meses, si tan sólo pudiera cambiar mi pasado y a este sólo agregarle que me halla leído un libro, quizás las cosas hubieran cambiado, no sé por qué he muerto, no sé por qué sigo escribiendo si ya estoy muerta. He llegado a un mundo extraño, sin paredes, sin nada, sólo un vacío incomprensible que no llena nada. Mi mamá al verme muerta, cogió ese libro que estaba escrito las primeras páginas por mí y lo tiró por la ventana. – Termina el segundo capítulo.

domingo, 15 de noviembre de 2009

Aburrido

Hay cosas como esta que jamás me aburrirán.

Estoy aburrido pues no sé que hacer, miro a todos los lados en busca de algo que me distraiga o con el cuál invertir mi tiempo, pero nada: todo me aburre. Estoy en la necesidad de hacer algo urgente, pues seguir pensando en las cosas que tengo en la cabeza me pondrá mal, me cambiará de humor, y el día sé que no terminará bien.
Si salgo por mi ventana a ver a los transeúntes pasar: me aburro pues de que por aquí no pasa casi nadie. Si prendo la tv está dando tenis, pero la verdad no tengo ganas de verlo pues de que he visto deportes todo el día (sólo los veo). Si me pongo a contemplar a mi conejo: él es el aburrido ahora, pues no pasan más de diez minutos y ya se quiere ir. Si me pongo a pensar en algo para escribir: termino dormido en donde esté. Si prendo la máquina para entrar tal vez al msn, lo hago, pero después de un minuto en el msn me aburro pues no tengo nada que decir ni nada que preguntar ni nada que hacer; es entonces cuando me pongo a leer cosas por la web, buscando algo interesante o simplemente me bajo algún curso para llevar, pero al final me aburro y lo dejo y no me acuerdo en que carpeta lo dejé. Si saco mis antiguos escritos para volverlos a leer: me parecen tan malos que empiezo a corregirlos y recuerdo que ese no fue el propósito de sacarlos y me rindo y me aburro. Si salgo a comprar cualquier cosa para comer o leer o jugar, llegando al sitio de mi compra me olvido que iba a adquirir y me doy media vuelta resignado o si no me acuerdo pero igual quiero comprar algo: lo hago (casi siempre no lo que había pensado) pero después me arrepiento pero ya es tarde. Si subo a la azotea a observar el cielo: sube alguna otra persona más y ya no es lo mismo, así que abandonado a mi suerte me quedo con su compañía hasta que me aburro y bajo. Si empiezo a jugar con mi perro a medio camino cambio de opinión pues lo veo tan aburrido allí tirado que eso ya de por sí me aburre. Si voy al fono a llamar a alguien: siempre antes de terminar de marcar el último número me da flojera darle ejercicio a mis cuerdas vocales y cuelgo. Si saco una hoja y quiero escribir algo: siempre termino dormido sobre esta o si no termino dibujando líneas sin sentido, y esa no era la consigna, así que termino aburrido. Si llego a mandar un mensaje es para que algunos amigos o amigas vengan a mi casa para salir o quedarnos acá, antes que lleguen me aburro y la barajo para quedarnos en casa y hacer que se vayan rápido pues estoy aburrido. Pero siempre hay algo más grave: creer que escribiendo lo que te aburre o cómo te aburres, al terminar ya no lo estarás, pero hoy llego a la firme conclusión que es más jodido y termino más aburrido que nunca.
Pero pobre del que se haya aburrido leyendo esto y si lo está pues venga a mi casa: ya de que estoy aburrido.

viernes, 13 de noviembre de 2009

Final

Ahora si me siento libre como para poder ir a buscarte y darte así un final más digno.

Me siento dolido de amor y acudo al teatro a ver una obra en especial, una elegida premeditadamente, sólo buscando en nombre de una actriz, la encuentro, pago y me dan el ticket, espero el día de la función, pues me encuentro triste, con sed de venganza, sin nada más que hacer, con un desvelo de amor, con una herida abierta, que solo el arte de actuar, de ser otra persona me podía quitar.
Llego muy temprano a la función y espero en el hall del teatro hasta que sea la hora indicada. Esta llegó y acompañada por el deseo en mí de ver como una historia se puede desarrollar paralela a la mía y en escenarios tan distintos. Antes de llegar veo por Internet la sinopsis de la obra y es muy parecida a lo que me puede suceder y eso me excita, me realza, me llena de júbilo y de placer.
Paso a la sala con los puños cerrados, tratando de encontrar mi asiento lo más rápido posible, sin encontrar a nadie que me conozca y me salude, solo quiero estar yo frente a otra gente que no sepa mi nombre, ni la herida hedionda que guardo en el alma. Escucho la primera llamada por el parlante, y me siento seguro sobre esta butaca, siento que me vuelvo un rehén en ella, siento que me da el síndrome de Estocolmo en ella, y me gusta. Todo está saliendo perfecto para una noche que cambiará el rumbo de propios y ajenos, sin planes extras, solo con mi realidad cuantificada, una realidad abstracta, que sólo me incita a ver una obra tranquilo y después irme a casa para poder meditarla, saber que tan buena es y que final pudo tener, y tal vez regresar la próxima semana y no encontrarla. La segunda llamada se realiza a la hora exacta, los actores ya deben estar listos para salir a escena, y ya estoy listo para recibirlos. La tercera llamada se escucha de pronto, y las luces se apagan y siguiendo el protocolo de siempre se recomienda apagar los celulares, pero yo no lo hago, pues espero un mensaje, espero un mensaje para poder moverme y así quizás ver mejor la obra. La música de fondo empieza a sonar en la sala, y los primeros actores salen, el público aplaude pero yo no, pues no me parece justo que encarnar un personaje sea digno de aplaudir, yo lo hago en la vida diaria y con menos actores, menos presupuesto, y tengo más cambio y mi historia tiene más clímax y nadie me aplaude. La historia cómo de costumbre empieza en comedia y no me río pues no tengo ganas, me vale un bledo hacerlo o no, a los que están en escena tampoco les importa si es que lo hago. Sólo quieren cobrar: ellos sobre escena esperan terminar la obra para pasar por caja y sacar lo que les corresponde, pero yo jamás paso por caja en mi vida, nunca cobro por los personajes que encarno, nunca cobro por hacer reír o llorar a la gente pues es mi trabajo natural. Llega el recess de la función y todos salen por algo de tomar y yo no, me quedo en la sala, esperando así contemplar el escenario que tengo al frente, un escenario lindo, sin ningún error, liso, exacto, sin nada que reprochar, y me pregunto, por qué el escenario de mi vida no es tan perfecto, por qué no hay diseñador de locaciones en mi historia, por qué demonios, por qué. Todos regresan a la sala pues las dos primeras llamadas ya pasaron. Empiezan los cuchicheos de la gente, unos sintiéndose dramaturgos internacionales empiezan a especular sobre el final de la obra, pero no saben que el final será más que sorprendente.
La obra transcurre con normalidad, hace mucho frío en la sala o soy yo pues empiezo a sudar y la gente que esta a mi lado me empieza a mirar mal, pues la mochila que traigo es muy grande y pesada, y porque llego unas gafas negras, y porque no me he levantado en ningún momento de mi butaca, y además porque he sido el primero en legar y nadie me ha visto apagar mi celular, pues lo tengo en la mano.
Llega como en toda obra la parte de interactuar con el público y lo hacen bastante bien, muy pactado todo antes, y eso no me gusta, me causa repudio, me causa pavor tener que pactar la interacción con el publico con el mundo que esta atrás de la cuarta pared; yo en la vida normal no pacto nada con nadie ni hay guión que me diga en que partes debo conversar con el mundo, o en que parte deberé conversar con un juez si es que llego a salir. El momento llegó, las luces del teatro parpadean y esa es la señal, la actriz que no me cae esta en escena y se distrae un poco con la falla de las luces pero como es momentánea no pasa nada, mi celular suena diciéndome que un mensaje acaba de llegar, no lo leo pues se su contenido, siento que una mano me toca el hombro y me susurra al oído que cuando llegue otro mensaje deje todo listo, pues a los pocos segundos, vuelvo a sentir el aviso de otro mensaje, tomo mi mochila y me dirijo al medio de la sala, debajo del escenario y toda la gente me mira extrañada, la actriz que me cae mal también, no tarda mucho en reconocerme y con una mirada me pregunta qué hacia allí parado. No hay tiempo para explicaciones, miro a la cabina de luces y veo que el luminito ya no esta y mi compañero se encuentra parado sobre controles, prende las luces de la cabina para que la actriz la pueda reconocer, prende las luces de la sala para que pueda ver a la persona que me tocó el hombro, nos reconoce a los tres, estamos cubiertos, el público no sabe que hacer, no sabe si es parte de la obra o que, nadie sabe lo que pasa, a ella se le cae una lágrima, y apagón, todas las luces se apagan esporádicamente, la gente grita y hay otros idiotas que creen que es parte de la trama y piden que guarden silencio.
Dejo mi mochila sobre el escenario, y corro a la salida con mis tres compañeros, el hombre de luces retoma el conocimiento después del golpe que recibió y prende las luces de la sala, pero ya es tarde: cinco, cuatro, tres, dos, uno. La Historia se terminó.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Poder

Hay tantas cosas importantes que se pueden hacer con un poquito de ganas y tantas ganas de hacer cosas importantes para ella.

Hoy no me levanté con ganas de ser romántico, ni de escribir hojas de hojas, ni de ser filim, hoy quiero ser sincero, verás, directo.
Si ayer hubiera tenido que morir lo hubiera hecho tranquilo, pero no, hoy ya no quiero, no quiero terminar, quiero empezar más bien, quiero comenzar a entenderte para después llegar a conocerte, no sé si llegaré a la meta, pero que difícil es tratar de llegar cuando la otra persona no lo sabe, pero seguro que se lo imagina, pero como ya tiene a alguien a su lado, se quiere hacer de la vista gorda, y mirarte solo como un gran amigo. La búsqueda de siempre sobre el amor es tratar de entenderlo, buscar saber que sucederá, pero ya tiempo después de buscar respuestas, llegamos a la estúpida conclusión que la respuesta se encuentra en la mirada, que la respuesta se encuentra en la compañía, que la respuesta se encuentra en sentir, en tomar las cosas enserio, en compartir con la otra persona. Nadie nos dará con exactitud ninguna fórmula puntual ligada al amor, tampoco puede existir, pues el amor es una creación nuestra, o simplemente la combinación de gustos con otra persona. Este bicho raro del amor es un conjunto de caracteres con la persona amada, que puede ser algún familiar, algún amigo, o la persona que te quita el sueño.
El amor está hecho para sentirlo mas no para cuestionarlo, exigimos amor cuando no podemos sentirlo, queremos sentir cuando no hay amor. Si es que ella supiera lo que siento, no me volvería a ver igual, si es que le dijera cuanto me gusta, el cruce de miradas no sería igual, si le dijera cuanto la necesito, quizás se alejaría más, pero de eso se trata, se trata de decir lo que sientes, se trata de malograr amistades, sólo siendo sincero, pero si después de tales confesiones no se ve afectado en nada, pues caray hemos encontrado a la amiga perfecta, la cuál puede perdonar nuestras aberraciones y nuestros errores, la persona que no le importa quitarte el sueño, sólo hacerte entender que son grandes amigos y nada más (o al menos por el momento).
Pero si jamás lo intentas por miedo al final de todo, ya estamos perdiendo tal vez una gran amistad o la persona ideal.
Ella no sabe que la quiero, que puedo llegarla ha amarla de muchas maneras, ella se puede imaginar lo que siento pero tiene miedo a preguntar o indagar, pues hay algo o alguien que la puede amarrar, y eso pese a mi voluntad tengo que aceptar, tengo que entender, tengo que librar con aquel miedo que ella pueda tener en saber más, que sepa lo que siento, que sepa lo que pasa, que entienda mi razón e intentaré ser lo más transparente posible, estando cerca para cuando más me necesite, y saber decir te quiero cuando ella me lo pida, y también saber yo pedírselo.

lunes, 9 de noviembre de 2009

Mis cinco pilares

Ayer fue el día más jodido de todos, después de tiempo: volví a llorar después de mucho, me volví a caer sobre el mismo agujero, tropecé de nuevo en las escaleras, me tragué la tinta de mi lapicero, y una vez más volví de dejar de escribir.

Lloré no por razones físicas o sentimentales, lloré porque lo necesitaba, lloré porque mierda: entendí que ya estoy fregado, que no tengo remedio, que ya fui, que ya debería dejarme llevar. Lloré porque ya logré saber que no sirvo para nada más que escribir, pero no lloré por la sentencia del destino, sino porque cómo demonios alguien puede tener condena perpetua sobre algo que hace mal ¿Cómo logro entender que debo escribir, si sé que no tengo consistencia al escribir, si no puedo hilar ideas sobre ideas? Lloré porque es injusto, es injusto tener que tener que sentarme a mover mi mano para poder cruzar las palabras de maneras que a los grandes literatos les pueda molestar, pues considero que no tengo estilo, que no lo hago enserio, y si así es ¿Por qué lo debo hacer? ¿Porqué quizás estoy loco?, ¿Porqué de repente no me queda de otra?, ¿Porqué tal vez todo el resto de cosas las hago peor?, ¿Por qué? Y si así lo ha conjugado alguna fuerza galáctica extraña, pues se agradece el gesto y ha sufrir las penurias y desnudeces de la literatura, y de antemano pedir disculpas públicas a todos los creyentes de la buena literatura, pues si esta es mi condena a cumplirla se ha dicho.
Me volví a caer sobre el mismo agujero y no por despistado, sino por idiota, pues caerte una vez es una casualidad pero repetir el plato ya una sandez. Tener un plan de acción en el amor es algo normal, un camino común en todos, ahora si tú camino tiene pequeñas o grandes grietas ya es culpa de cada uno, y también por elegir tan mal camino o querer llegar a tan mal destino. Yo tenía un camino lizo, sin nada que me estorbe, sin basura que botar, pero un cataclismo me cambió las cosas, un comentario me cambió la cuestión, pisó mi camino y lo agrieto, pero yo como buen estoico amante ciego a estas realidades seguí caminando, hasta que de pronto tropecé, me caí, me saqué la mierda; tiempo después sané sin saber que me volvería a caer. Ahora tengo otro camino, uno más resistente que el anterior y seguro que varios que deben existir; este camino es incluso más claro, más iluminado, donde la meta no te llevará a otro más; este camino sabía que por ser tan lindo tenía que ya tener caminantes en él, pero esto no me importó, lo seguí a marcha cabal, hasta que de pronto me caigo pues no me di cuenta que este también está agrietado, en el mismo hueco, en la misma etapa, en la misma circunstancia, todo a la misma altura, pero a diferencia del anterior este aún tiene arreglo. ¿Por qué me debo caer siempre antes de llegar?, ¿Por qué no me doy cuenta por dónde camino?, ¿Por qué no hago caso a los antiguos caminantes de aquel sendero?, ¿Por qué creo que este camino aún tiene arreglo posible?, ¿Por qué?
Ya se me ha hecho costumbre caerme en las escaleras, pero no subiendo a mi casa, sino subiendo a una meta esporádica, a una del momento. Mi meta estaba clara y estática, nada me impedía alcanzarla, ni siquiera necesitaba concentración previa, todo estaba listo para poder llegar tranquilamente pero una vez más en el camino por confiado o por huevón me caí, me tropecé, y perdí el rumbo, retrocedí, grite de dolor, me sentí un animal, una rata, un miserable, el ser más descuidado que pueda existir, una espécimen que no esta hecho para llegar a sus metas.
Es ilógico que un ser la tenga tan fácil, la encuentre tal fácil, pero que se caiga en el camino, que no llegue, que se tropiece y esto le provoque retroceder, eso sí esta mal, esta mal por el momento, porque derepente no era el indicado para subir, o se equivocó de escalera, de camino, de edificio que subir. ¿Por qué me confío demasiado a la hora de subir?, ¿Por qué cuando caigo tengo que retroceder?, ¿Por qué lloro si ya se me es costumbre caer?, ¿Por qué mis metas no son compartidas?, ¿Por qué?
Cuando me trago la tinta de mi lapicero aparte de atorarme me siento cojudo, pues: cómo demonios me puedo consumir la tinta, el elemento clave del instrumento con el cual estoy marcando mi futuro, pues derepente sea un estímulo tardío en las operancias de mi destino, o quizás no sé sea porque siento que es hora de renovar de lapicero y como no quiero, pues me tengo que tragar la tinta para así entender que debo cambiar, pero cuando me la trago por defensa propia también la escupo y cae sobre lo que he escrito y lo mancha y al querer limpiar termino manchando todo, estropeando las ideas que tenía pensadas para mi vida, para ya mi manchada vida. Pues comprendo así que el mensaje es: mi destino esta manchado por mi culpa, que hay una cruz que cargar perpetuamente, que ya estoy condenado y no me dijeron, que bueno sería haberlo sabido, pero ahora ya es tarde, escupí sobre mi destino, me valió madre este, lo manché y claro al querer limpiarlo, al querer limpiar mi destino de la mancha que escupí, lo vuelvo a ensuciar, y lo vuelvo a manchar y lo vuelvo a opacar y lo vuelvo a confundir y una vez más vuelvo a no saber que hacer con mi destino. ¿Por qué no dejé que se secara la mancha sola?, ¿Por qué fue tal mi desesperación al tratar limpiarla?, ¿Por qué escupí lo que ya había escrito y no sobre la otra cara que estaba en blanco?, ¿Por qué?
Y una vez más volvi a dejar de escribir, pero esta vez no fue intencional, en esta oportunidad lo hice de casualidad, sin darme cuenta, seguro por alguna reacción natural, o algo así, pero la cuestión es esa: una vez mas volvi a dejar de escribir, dejé de escribir un largo tiempo después de cerca de cuatro años infatigables, y me siento bien, confortante, pues ahora que he vuelvo no lo quiero dejar, me he llenado de ganas mas no de ideas, pero eso ya llega, con un poco de lectura llega, pero lo que no llega ni con lecturas ni con el tiempo: son las ganas, ganas que se que hoy me sobran, que hoy podría vender tranquilamente.
Estoy totalmente convencido que me dedicaré a esto y al cine por el resto de mi existencia, que no sirvo para otra cosa y eso se puede comprobar muy fácilmente, tampoco soy bueno ni siquiera para poderle decir a una chica que me gusta demasiado y que la quiero un montón y que incluso siento que podría llegar a amarla cómo nunca me había imaginado, aquí estoy para decir presente en este mis dos mundos. ¿Por qué me demoro tanto en aceptar que no sirvo para otra cosa?, ¿Por qué la gente como yo no tiene remedio en esto?, ¿Por qué el cine y no quizás el teatro?, ¿Por qué escribir y no tal vez pintar?, ¿Por qué?
Pero al fin y al cabo, mis preguntas quedan sin respuestas y eso me gusta, pues de que no quiero entender nada; sin saber varias cosas me siento mejor, pero ahora tengo una que me ronda por la cabeza ¿Para qué tanto por qué?

domingo, 8 de noviembre de 2009

Cambio personal

Siento que ya es hora de regresar de nuevo, y también con nueva forma de tratar de escribir.

Hoy de casualidad, de la nada se me ocurrió volver a regresar, y no por que quiera, o porque quiera o porque me de la gana, si no por necesidad, pues necesito sentarme a esta fría maquina y presionar un teclado sin cesar, a ver si así alguna extraña fuerza del más allá pueda oírme y quizás por favor escucharme para así poder consolarme: ¿de qué?, no lo sé, no lo sé y eso me preocupa. Basta de escribir en varios papeles todas las noches, y basta de ser tan negativo con lo que me pueda pasar o lo que a los demás les pueda suceder.
Tengo miedo y tiemblo pues no tengo nada más que hacer, eso da pena y lastima. Me doy pena y lástima pues no tengo más nada que decir, no en estas ya locas líneas de las cuales no puedo sacar nada productivo. Hace algunas noches se me ocurrió por escribir pensamientos de un máximo de diez palabras y me sentí bien, pues comprendí muchas cosas, comprendí más sobre el amor, sobre la realidad, puede refutar mis propias ideas. Me he alejado del blog, pues lo necesitaba, necesitaba poder respirar no del http…, si no respirar de mi mismo, y en menos de tres meses de haberlo iniciado ya necesitaba unas vacaciones (obvio las fechas de publicación están modificadas), y fue bueno.
He sufrido de jaquecas simultáneas en mi y mi álter ego, puesto de que no termino de asimilar la idea de tener la necesidad de sentarme a escribir, y empezar a poner cosas de las cuales después me arrepienta, y días después volverlo a leer y saber que nada de esto tiene sentido.
Hoy más que nada me siento a esta maquina, porque un personaje se me ha metido y quiere que hoy hable de él, que no lo olvide, que recuerde las veces que nos sentábamos juntos en la azotea de mi casa, a escribir o gritar o hacer lo que fuere posible. Llamó a la puerta, pasó sin pedir permiso, me levantó de la cama, prendió una laptop, me sentó y buscó en los archivos una carpeta, la abrió y allí encontró un Word con su nombre y me lo hizo leer, me hizo llorar, gritar y sudar, apagar la máquina e irme a la ducha a pararme cerca de cincuenta minutos, dejando caer el agua fría sobre mi cabeza, sólo pensando en él, en su historia, en su ternura, en como mierda le giré la historia, de lo cuán egoísta soy con él.
Él no tiene la culpa de mis altos y bajos cuando escribo, pero me los perdona, pues soy su creador, la persona que le dio vida, que le dio forma, que lo vistió y lo viste, ese sujeto: soy yo, y a mi me debe respeto, por eso no me reniega, por eso no me pega, por eso no me acosa, por eso no me pide nada a cambio, mas solo recuerde de su existencia y de que si fuera tan amable: cambie el rumbo de su historia.
A este personaje lo recuerdo muy bien, como nació, hasta donde lo dejé la última vez y le he agarrado mucho cariño, pues siempre lo he sentido casi como mi hijo.
Cuando empecé en este oficio (el cual aún hago mal), el primer personaje que se me vino a la mente fue él, fue crear un giró en la vida de un niño con problemas normales: que su mamá de divorcia de su papá (o viceversa), que su papá adopta a la hija de su nuevo compromiso, que siente celos por la llegada de un hermano, que ahora no hay nadie que le lea los cuentos, (pues a él le encantaba) y ahora no le queda más remedio que aprender a leer con más fervor para así no necesitar de nadie y terminarse toda una librería de libros infantiles de colección para después decidirse a ser como los que hacen esos papeles y ser escritor, y confundir el camino o querer empezarlo demasiado rápido, escribiendo en las paredes de la casa de mamá, o en el papel higiénico del baño, o en la cama, o en la almohada, o en los cuadernos de números (pues él los detestará hasta que termine la secundaria), y así: en cualquier parte donde pueda dejar marcado o su idea del día o la frase que más le haya gustado que de seguro oyó en otro lado.
Recuerdo que lo vi crecer muy tranquilamente, con sus kilitos de más, sentándose en el escritorio de su papá cuando aún vivían con él (o mejor dicho: dormía en su casa todas las noches), poniendo un papel encima y buscando un lápiz, pues sabía que se equivocaría y no quería malograr la hoja. Empezaba siempre poniendo la fecha pues pensaba algún día escribir enserio, y que la gente lo lea, desde donde sea y como sea, pero quería que eso que escribía sea inmortal, leído en masas de aquí a algún tiempo (el cual sigue esperando). Recuerdo verlo mordiendo el borrador del lápiz, sudando en cantidades industriales, equivocándose en más palabras de las buenas que tenía, moviéndose en su silla, sin nada más que un papel lleno de garabatos, sin sentido, empezando a comprender que hay sueños que jamás por salud de terceros quizás se deban cumplir.
Empezar a crecer, empezar a sufrir, empezar a ser feliz, empezar a comenzar para nunca poder terminar en el comienzo, pues es su meta: empezar cuando no tenga una meta que ya haya comenzado.
Empezó no solo a querer escribir, y proponer nuevas ideas a la sociedad, sino también empezó a querer tener problemas, a querer ser único, a seguir la corriente, a ser normal o al menos en la residencia donde vivía. A los diez años nadie puede ser normal, a los once jamás nadie puede ser común, y él lo pudo saber, pero de la manera equivocada, de una forma mal hecha, (al menos para él) y muy mal hecho todo en su actitud, al acoplarse al grupo, al mundillo que lo arrastró sin piedad, quizás para poner a prueba su resistencia, pero pese a todo jamás pudo alejarse de las líneas erróneas de sus escritos, ni de los lápices mordidos y menos de lo que el futuro adverso le podía jugar.
La moda que él eligió no fue la correcta, pero tampoco hoy se arrepiente, pues le sirvió de mucho: en varias cosas, pudo palpar cosas que jamás las hubiera imaginado sentir antes de los catorce. Pudo ver a grandes amigos en situaciones difíciles, verlos de maneras inimaginables, escuchar traiciones, estar en grescas populares, cruzar kilómetros solo para poder ver más, manipularse de la peor manera posible para jamás arrepentirse para jamás negarlo.
No sé sí la historia lo ameritaba o ya era demasiado sufrimiento para este personaje, o quizás las dos cosas, pero lo saqué de allí, le cambié las cosas, le propuse proyectos nuevos, nuevos personajes en su historia, nuevas situaciones, le puse herramientas para que pudiera salir, felizmente me hizo caso. Más tarde ya empezaría a romperse la cabeza ya por otros lares, aprendería de verdad a intentar amar, sabría lo que es enamorarse; de entre sus líos de terciopelo tuvo errores y horrores.
Hoy me llamó para preguntarme por qué demonios no le cambio de rumbo, que ya se cansó de estar en lo mismo, que le ayude a aprender a escribir, que sabe que lo hace mal, y se quiere aprehender de quien sea posible con tal de sino escribir su propia historia, alguien más le haga ese pequeño favor. Con este personaje he sufrido mucho, he sido muy feliz, y se que lo seguiré siendo.
Hoy arremetió en contra de mis precoces recuerdos, pidiendo le cambie de rumbo y le propongo esto: volverse a enamorar, intentar amar por última vez en este escenario en cual planeo que deje de acá a unos días, pues creo le pude encontrar a la persona que de verdad valga la pena, pero cómo el sabe muy bien, nunca nada esta dicho y ya el tendrá que ayudarme a descubrir este pequeño florecimiento de rosas antes de poder partir rumbo. Le propongo que escriba de nuevo, que no se tome vacaciones inesperadas, que sea más conciso, más exacto, que se empiece a crear un estilo, algo propio, una manera especial para que así cualquier persona que lo lea no se pueda confundir y a diestra y siniestra pueda decir, que fue él.
Mi personaje me sorprende demasiado pues, quiere que le cambie el rumbo de vida, pero me dice que jamás pero jamás le cambie la felicidad y el parecido a mí.

viernes, 6 de noviembre de 2009

Fuerte de Defensa (3ra Parte)

Les comente el domingo pasado sobre le ensayo que había escrito y varios me mandaron un correo diciendo que les gusto y otros obvio que no, hoy se me ha ocurrido dejarles la primera parte de las conclusiones del ensayo, para que los que les gusto sepan como terminan y a los que no, que me sigan criticando y así poder mejorar.

En no menos de 7000 Kilómetros cuadrados Chorrillos fue víctima de los desmanes no solo de una armada contraria si no también del olvido de sus autoridades, incluso años después de la guerra: no cabe en el alma preguntar ¿Con qué contribuyó Chorrillos en la guerra del Pacífico?, ¿No es acaso suficiente prestar tus tierras, sin nada a cambio, soportar las penurias del tiempo, de la batalla, que decir “aquí estoy presente”, y tener sobre tus faldas la sangre derramada de los tuyos, y ver saquear tus tiendas, y robar tus dispensas y jamás haberte dado gracias?.
Que ingrato puede llegar a ser un peruano con su suelo, con la escolla de sus ojos, ¿es que acaso ahora queremos llorar sangre y respirar olvido?
No se trata de una batalla ni de una guerra, se trata de nuestros errores, de nuestra cojera, de los que quedaron para contarlo y a los cuales aún no se les da cabida. Quemo el recuerdo de los libros de historia refregándome en la cara lo pasado por Enero de 1881, lo sufrido por una tierra a la que ahora le preguntamos ¿Qué hiciste?
-“Casi todos nos acostamos en el pasto. Los soldados que habían quedado dispersos, empezaron a llegar con jarros, caramañolas y botellas todas llenas de pisco o vino, otros traían quepis de soldados peruanos muertos. Con todo esto la algazara que se formó entre los soldados fue cundiendo a medida que iban pasando larguísimos tragos del exquisito pisco. En el pueblo la borrachera subió de punto. Los soldados mataban, saqueaban y bebían a discreción. Desde ese pueblo de avanzada sentíamos la bulla de la soldadesca ebria del infeliz pueblo de Chorrillos. El incendio parecía crecer más cada momento. Detonaciones de rifles se sentían continuamente, y eran balazos que se tiraban unos a otros. Esa fue la noche triste de Chorrillos.”-
Cada vez que lo vuelvo a recordar, lo busco y lo vuelvo a leer, para poder sentirme más peruano que nunca, de ir el Lunes al colegio y cantar a todo pulmón el Himno Nacional del Perú, sin que nadie me pueda callar, irme a las faldas del Morro Solar, cerrar los ojos y pedir perdón en nombre de todos, de los que jamás se pudieron organizar, de los dictadorzuelos otoñales, de las cofradías con tantos militares al mando y ninguno sin saber que demonios hacer, solo vociferando a garganta profunda el pedido de ayuda a los demás peruanos, vendiendo la falsa y barata idea de que todos a la línea de San Juan, total, si ellos no podían organizar ni las municiones de los rifles:
-“La artillería peruana no era efectiva y las tropas estaban armadas con rifles que frecuentemente tenían municiones incorrectas”- Y lo dijo Theodorus Mason para que nadie me refute.
Que ya que ellos no tenían la valentía suficiente de organizar un ejército para que sea llamado como tal:
-“El ejército que él (el dictador) había organizado para concurrir a la defensa de la capital sólo tenía de ejército el nombre”- Una voz del diplomático argentino Dámaso Uriburu. Uriburu nos trae a la memoria, la indecencia de Piérola y su gabinete, pues este hombre no pudo ni siquiera poner orden en su “capital”.

Ahora pues que nos digan que todos estaban preparados:
-“Las tropas eran de indígenas quienes habían sido reclutados en las cordilleras y casi forzados a luchar, cientos de ellos nunca habían visto antes una cuidad”- Palabras del escritor Robert Scheina. Nunca nadie hace caso a estas voces, pues no son historiadores, pero los “historiadores” no son dueños de la historia, así que no veo de mala leche traer acotación a quienes no lo son y quizás tal vez nos puedan dar una nueva visión de los hechos.
Soldados reclutados de los cuales muchos (por no decir todos) jamás habían visto una cuidad, sí pues, sí; esa es nuestra verdad, a lo que podemos llegar, a lo que somos capaces, no perdimos contra Chile, perdimos contra nosotros mismos, contra nuestra estúpida desunión, por nuestra falta de confianza en los nuestros, por los intereses personales sacrificando TIERRAS Y PERUANOS. No veo con gracia, querer solo hacer héroes (y lo son) a los que lucharon y destacaron en la defensa nacional, unos más que otros, pero no nos olvidemos del héroe máximo, pues del Perú, de Lima. De Chorrillos por favor.
No sé sí ustedes desean seguir reclutando gente para la defensa nacional, ya que pocos acuden al llamado por voluntad ¿Pues será acaso por la falta de motivación? Imploro se deje el spot de: “Ven y defiende a tu país”, pues es guachafo y desfasado. Cada uno defiende a su nación desde su trinchera. No se necesita de gentes en líneas de kilómetros de distancia, todas con rifle en mano, pues aprendimos la lección. Cada peruano vale desde su cañón, desde su casa, desde su bodega, desde su ventana, desde su chacra, desde donde el destino lo ha colocado.
Ensayé una manera de tener mi trinchera desde estas paginas, diciendo lo que este peruano piensa y cree, y con la incólume idea de seguir creyendo en su ejército siempre y cuando este claro, deje de ser tan desunido, tan gris, tan opaco, tan desequilibrado, tan olvidadizo. Pero que sobre todo apoye a recuperar la dignidad nacional como propuse al inicio, no preguntado abiertamente: ¿Qué hizo qué?, si no quizás preguntando: ¿Cuánto valió lo que hizo?, ¿Cuán importante es tú aporte? No olvidemos las lágrimas que derramó Chorrillos, no olvidemos a nuestros compatriotas, seamos una sola idea, el mundo no se resuelve con preguntas, tampoco exige respuestas, solo realidades. Cada día aprendo más de la “Guerra de Pacífico” y cada día valoro más lo que hizo mi región en la defensa Nacional.
Un niño nació hoy sobre esta linda tierra, crece y pregunta por su país, quiere poder amar a su Pabellón Nacional y defenderlo como lo haría con su patria, pues hay que enseñarle, hay que enseñarle a los héroes patrios (incluyo a nuestra tierra), abrirle la puerta de la verdad, de la reconciliación, pitarle a su Perú tal cual es sobre el óleo que él elija, pues cuando contribuya a la defensa nacional el elegirá su frente.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Fuerte de Defensa (2da Parte)

Les comente el domingo pasado sobre le ensayo que había escrito y varios me mandaron un correo diciendo que les gusto y otros obvio que no, hoy se me ha ocurrido dejarles la primera parte de las conclusiones del ensayo, para que los que les gusto sepan como terminan y a los que no, que me sigan criticando y así poder mejorar.

En no menos de 7000 Kilómetros cuadrados Chorrillos fue víctima de los desmanes no solo de una armada contraria si no también del olvido de sus autoridades, incluso años después de la guerra: no cabe en el alma preguntar ¿Con qué contribuyó Chorrillos en la guerra del Pacífico?, ¿No es acaso suficiente prestar tus tierras, sin nada a cambio, soportar las penurias del tiempo, de la batalla, que decir “aquí estoy presente”, y tener sobre tus faldas la sangre derramada de los tuyos, y ver saquear tus tiendas, y robar tus dispensas y jamás haberte dado gracias?.
Que ingrato puede llegar a ser un peruano con su suelo, con la escolla de sus ojos, ¿es que acaso ahora queremos llorar sangre y respirar olvido?
No se trata de una batalla ni de una guerra, se trata de nuestros errores, de nuestra cojera, de los que quedaron para contarlo y a los cuales aún no se les da cabida. Quemo el recuerdo de los libros de historia refregándome en la cara lo pasado por Enero de 1881, lo sufrido por una tierra a la que ahora le preguntamos ¿Qué hiciste?
-“Casi todos nos acostamos en el pasto. Los soldados que habían quedado dispersos, empezaron a llegar con jarros, caramañolas y botellas todas llenas de pisco o vino, otros traían quepis de soldados peruanos muertos. Con todo esto la algazara que se formó entre los soldados fue cundiendo a medida que iban pasando larguísimos tragos del exquisito pisco. En el pueblo la borrachera subió de punto. Los soldados mataban, saqueaban y bebían a discreción. Desde ese pueblo de avanzada sentíamos la bulla de la soldadesca ebria del infeliz pueblo de Chorrillos. El incendio parecía crecer más cada momento. Detonaciones de rifles se sentían continuamente, y eran balazos que se tiraban unos a otros. Esa fue la noche triste de Chorrillos.”-
Cada vez que lo vuelvo a recordar, lo busco y lo vuelvo a leer, para poder sentirme más peruano que nunca, de ir el Lunes al colegio y cantar a todo pulmón el Himno Nacional del Perú, sin que nadie me pueda callar, irme a las faldas del Morro Solar, cerrar los ojos y pedir perdón en nombre de todos, de los que jamás se pudieron organizar, de los dictadorzuelos otoñales, de las cofradías con tantos militares al mando y ninguno sin saber que demonios hacer, solo vociferando a garganta profunda el pedido de ayuda a los demás peruanos, vendiendo la falsa y barata idea de que todos a la línea de San Juan, total, si ellos no podían organizar ni las municiones de los rifles:
-“La artillería peruana no era efectiva y las tropas estaban armadas con rifles que frecuentemente tenían municiones incorrectas”- Y lo dijo Theodorus Mason para que nadie me refute.
Que ya que ellos no tenían la valentía suficiente de organizar un ejército para que sea llamado como tal:
-“El ejército que él (el dictador) había organizado para concurrir a la defensa de la capital sólo tenía de ejército el nombre”- Una voz del diplomático argentino Dámaso Uriburu. Uriburu nos trae a la memoria, la indecencia de Piérola y su gabinete, pues este hombre no pudo ni siquiera poner orden en su “capital”.

lunes, 2 de noviembre de 2009

El día de los muertos

Feliz día a todos aquellos feligreses que ya han sido olvidados.

Hoy se “celebra el día de los muertos”, así es. Con este lema es con el cual me levante esta mañana, creyendo que tenía que celebrar este día y encima después de haber venido de un tonazo por Halloween en Surco. Ya bastaba con estar vivo para ir a “venerar” a los que ya no están. Además cuando hay una celebración, ya sea por el día de la madre, o del padre, o navidad, o año nuevo, o el día que fuere, siempre las personas que serán visitadas y/o agasajadas sí así lo quieren se quedan en casa o incluso comunican a la familia por vía celular, o e-mail que pueden venir a verlos pues ellos los recibirán con los brazos abiertos. Pero cuando es todo lo contrario dicha persona se desaparece de su casa o qué demonios: avisa que nadie venga a verlos y/o fregar la vida gorreando lo que haya.
Ahora en este caso, ¿si dichos muertos no quieren que los vayan a ver?, entonces ¿cómo se van?, ¿cómo te avisan que no quieren visitas?
No seamos mezquinos pues, los muertos no son objetos a los cuales los visitas cuándo te acuerdas o cuándo llegue el día para tener que ir a verlos ¿o llamarlos? (porque no me negarán que ya está de moda en Lima –pues Lima está de moda- los muertos en vida) Ellos quizás sean más concientes que nosotros, y aún así solo somos concientes que ellos existen de alguna manera cuando llega el famoso dos de Noviembre.
Ese día los cementerios se llenan de gente hipócrita que baja la cabeza pidiéndole perdón a los muertos, preguntando por qué se murieron, pidiéndole milagros, pidiéndoles favores; es decir, ellos se vuelven Dioses apócrifos por veinticuatro horas. Son todos los santos, vírgenes, ángeles, arcángeles, marías que se encuentran en los cementerios.
Cuando tengamos que acompañarlos no por un día (como algunos) si no por la eternidad allí es donde entenderemos quizás la soledad en la cual “viven”.
Ahora hablemos de los muertos que van a visitar a sus muertos: la gente que ya no tiene cabida en este mundo, que ya están sobrando, que no saben ni para que se despiertan cada mañana y solo van a misa porque total pues allí siempre recogen ese tipo de gente pues con un buen lavado de cerebro regresan todos los días a toda hora a dar servicio gratuito a toda la parroquia.
La iglesia es un cementerio: solo llega fielmente la gente que ya pasó su fecha de vencimiento.
Las combis son un cementerio: están todos encerrados ahogándose por los olores de los demás muertos.
El colegio es un cementerio: todos llegamos por obligación y con la cara a mierda.
Nuestra cama es un cementerio: estamos en el limbo.
Un libro es un cementerio: te enteras de las muertes de otros.
Este blog es un cementerio: nadie viene a visitarlo.
Hoy día no me siento con ganas de “celebrar”, ni “venerar”, ni “recordar”, ni que chuchas, pues hoy los acompaño en su dolor. Hoy los entiendo. Hoy los manyo. Hoy los puedo tocar. Hoy los puedo escuchar. Hoy puedo escuchar su voz de reclamo: pidiendo no se les tome como un objeto, como un estorbo, pues las gentes que estorban es la cual te viene a joder un día al año.
Pero para ponerle fin a todo esto, fin como el de la muerte, un fin saludable para empezar otra cosa, la cual creo desconocemos o quizás no. No sé y me da igual.
Feliz día a todos ustedes.

domingo, 1 de noviembre de 2009

Fuerte de Defensa (1ra Parte)

Hoy como nunca me pude dedicar todo el sacrosanto día a escribir un ensayo (o eso se suponia que debía ser), pero como debí imaginarme salió completamente otra cosa, es más ni siquiera se como qué catalogarlo, pues se me salió demasiado lo narrativo, en fin, aquí les dejo la introducción del ensayo.

Se hace una fuerte carga de impotencia cuando retrocedemos tan solo 128 años y tratamos de recordar cuán afectado y de cuanta ayuda resultó Chorrillos en la Defensa Nacional durante la “Guerra del Pacífico”. El punto de quiebre para la invasión del Ejército Chileno a Lima no fue la batalla de San Juan como varios aún estoicamente piensan; si no parte desde la captura de los Coroneles: Miguel Iglesias, Guillermo Billingurst y Carlos de Piérola, en el Morro Solar (Chorrillos).
Hoy en día se nos cae (y pluralizo) la cara de vergüenza de tan solo traer a la retina de la memoria como quedó de devastado Chorrillos, sin nada en sus calles, con saqueos; y el gran valor de este distrito hermano que pese a ser olvidado por sus autoridades siguió albergando a soldados heridos, a madres buscando a sus hijos, a héroes sin nombre y sin rostro, donde el silencio podía pasar gritando, donde pese a estar bajo el dominio Chileno jamás este dejo de ser Peruano.
Se pregunta: ¿Cómo contribuyó tu región en la defensa nacional?, pues en este ensayo respondo airadamente: que lo hizo como un verdadero héroe a carta cabal, sin importarle nada, ni las derrotas, ni las violaciones, ni los saqueos, ni las burlas; solo con una noción de patria: defender su tierra, defenderse a sí mismo, defender sus colores, defender a sus habitantes pero sobretodo defender la dignidad, pero bien parece falló en esto último pues ahora nadie tiene dignidad en valorar a los que cayeron en batalla, pero peor aún ¿Quiénes valoran a los sobrevivientes de esta?.
No nos preocupemos por los resultados de ninguna guerra, preocupémonos hoy peruanos por los sobrevivientes de esta. Busquemos en nuestras almas la palabra “Perú” y sobre esta “Dignidad” y volteemos un poco y con dignidad a nuestra patria, encontremos el motivo no de la victoria de ellos si no de nuestra derrota: una vez más la desunión.