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lunes, 16 de noviembre de 2009

Primer libro (1ra Parte)

Aquí les dejo uno de mis primeros cuentos largos.

Carlos David hoy tiene dieciséis años. Hoy es un día raro pues se ha dignado en acercarse a un libro, lo ha leído con creciente fervor, sin titubear en ninguna palabra, pues ha leído un libro anónimo, nadie la firma y la editorial tampoco reconoce autor. A las 9am estaba paseando por las calles miraflorinas en un lunes cualquiera de verano, está de vacaciones y quiere disfrutarlas, gastando como el piensa todo el dinero que tiene sus bolsillos en: chicas, trago, alcohol y uno que otro porro, pero jamás se imaginó que pararse frente a una vitrina para observar una revista de playboy le podría cambiar por completo la vida.
Observó que al costado de esta revista se ubicaba un libro delgado, viejo, amarillento por el pasar frío del tiempo, y en la carátula solo ver la imagen de un lapicero que pinta rojo. Pasó a la librería y preguntó por aquel libro, pues le causó mucha intriga
-¿Cuánto está ese libro de allí? – pregunta Carlos
- Once noventa jovencito – le responde la cajera
- ¿Lo puedo ojear? – dice Carlos
Pero era tal la intriga por aquel libro que no esperó respuesta de la cajera y se digno a cogerlo, lo abrió y no vaciló en sacar de su bolsillo los once noventa que costaba aquel libro. Inmediatamente después de pagar y salir de la librería, se va presuroso a su casa pues ya quiere leerlo.
Mientras corría a su casa con aquel dichoso ejemplar bajo el brazo se cruzó con un amigo que le hizo recordar de la “reu” en la noche a lo que Carlos sólo atinó a decirle:
- Cúbreme por que no llegaré.
- No seas falla pues primo – le responde su amigo
- Disculpa pero estoy apurado, hablamos luego, chau – le dijo Carlos para después irse.
Al llegar a la puerta de su edificio sintió como una especie de alivio pues sabría que ya nada le impedía leer aquel libro tan misterioso. Una vez ya en su cuarto se encierra para que nadie lo interrumpa. Al abrir tan enigmático libro siente que ingresa en él: desde las primeras líneas no pudo dejarlo, se leyó hoja tras hoja sin vaticinar en ninguna.
No fueron más de dos minutos cuando ya había terminado de leerse la presentación, cuando empezó en el primer capítulo, la magia se concretó, pues no recuerda cómo pero todo lo consumió, no dejo de leer, no paro ni para respirar ni parpadear, sus manos estaban temblando, el papel poco a poco se tornaba más y más amarillento, todo era raro: Carlos jamás había leído un libro y menos algo de tal manera.
Nunca se imaginó ver tantos personajes, jamás se le cruzo por la cabeza identificarse con todos. El libro parecía que no tenía sentido, pero Carlos sí lo entendía, era como una especie de diario continuo, pero lo extraño no era la continuación, si no la velocidad con la cuál se movía la historia, pues empieza narrando una chica donde le cuenta:
- Estamos Febrero y afuera está lloviendo y estoy llorando sobre este papel, pues no se que me pasa, no quiero escribir pero hay algo que me condena, y no puedo parar de mover este lápiz y me da miedo, yo no quise hacer nada, solo fui a aquella librería en Miraflores y al costado de una revista había un viejo libro y lo compré. Me pareció raro que al llegar a mi casa y al abrirlo que no halla nada, que todas las hojas estén en blanco, me puse a mirar cada una con detalle, y pude observar que todas al reverso llevan marcado mi nombre, cuando llegué a la última página todo estaba igual, mi nombre estaba ahora en todas las caras, y me puse a llorar sin saber que hacer, sin nada más que decir, después no sé que me pasó, creo que me dormí y pero cuando me levanté, me encontré donde me quedé, pero en mi mano estaba este lápiz y este libro empezaba a ser escrito por mi puño y letra, empecé a contar todo lo que me había pasado en la vida, era como si estuviera escribiendo mi biografía, pero al escribirla me di cuenta de un detalle: que jamás yo he leído ningún libro, que jamás he escrito nada, que jamás me han interesado las letras, que no me llevo con esto de escribir ni leer, pero no se por qué compré este libro, sólo me pareció lindo y nada más. Una vez que terminé de escribir mi vida, mi historia; todo se puso negro, sentí cómo si me desprendiera de mi cuerpo, vi como me alejaba de él poco a poco, no podía defenderme, algo me jalaba, observé a mi mamá llegar y verme agonizar, tiritar por un poco de ayuda, pero ayudó sólo a mi cuerpo, no me vio salir de este, empezó a llorar, a gritar, a maldecir todo, yo era su única hija, ahora ella está sola pues papá murió hace unos meses, si tan sólo pudiera cambiar mi pasado y a este sólo agregarle que me halla leído un libro, quizás las cosas hubieran cambiado, no sé por qué he muerto, no sé por qué sigo escribiendo si ya estoy muerta. He llegado a un mundo extraño, sin paredes, sin nada, sólo un vacío incomprensible que no llena nada. Mi mamá al verme muerta, cogió ese libro que estaba escrito las primeras páginas por mí y lo tiró por la ventana. – Termina el segundo capítulo.

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