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viernes, 6 de noviembre de 2009

Fuerte de Defensa (3ra Parte)

Les comente el domingo pasado sobre le ensayo que había escrito y varios me mandaron un correo diciendo que les gusto y otros obvio que no, hoy se me ha ocurrido dejarles la primera parte de las conclusiones del ensayo, para que los que les gusto sepan como terminan y a los que no, que me sigan criticando y así poder mejorar.

En no menos de 7000 Kilómetros cuadrados Chorrillos fue víctima de los desmanes no solo de una armada contraria si no también del olvido de sus autoridades, incluso años después de la guerra: no cabe en el alma preguntar ¿Con qué contribuyó Chorrillos en la guerra del Pacífico?, ¿No es acaso suficiente prestar tus tierras, sin nada a cambio, soportar las penurias del tiempo, de la batalla, que decir “aquí estoy presente”, y tener sobre tus faldas la sangre derramada de los tuyos, y ver saquear tus tiendas, y robar tus dispensas y jamás haberte dado gracias?.
Que ingrato puede llegar a ser un peruano con su suelo, con la escolla de sus ojos, ¿es que acaso ahora queremos llorar sangre y respirar olvido?
No se trata de una batalla ni de una guerra, se trata de nuestros errores, de nuestra cojera, de los que quedaron para contarlo y a los cuales aún no se les da cabida. Quemo el recuerdo de los libros de historia refregándome en la cara lo pasado por Enero de 1881, lo sufrido por una tierra a la que ahora le preguntamos ¿Qué hiciste?
-“Casi todos nos acostamos en el pasto. Los soldados que habían quedado dispersos, empezaron a llegar con jarros, caramañolas y botellas todas llenas de pisco o vino, otros traían quepis de soldados peruanos muertos. Con todo esto la algazara que se formó entre los soldados fue cundiendo a medida que iban pasando larguísimos tragos del exquisito pisco. En el pueblo la borrachera subió de punto. Los soldados mataban, saqueaban y bebían a discreción. Desde ese pueblo de avanzada sentíamos la bulla de la soldadesca ebria del infeliz pueblo de Chorrillos. El incendio parecía crecer más cada momento. Detonaciones de rifles se sentían continuamente, y eran balazos que se tiraban unos a otros. Esa fue la noche triste de Chorrillos.”-
Cada vez que lo vuelvo a recordar, lo busco y lo vuelvo a leer, para poder sentirme más peruano que nunca, de ir el Lunes al colegio y cantar a todo pulmón el Himno Nacional del Perú, sin que nadie me pueda callar, irme a las faldas del Morro Solar, cerrar los ojos y pedir perdón en nombre de todos, de los que jamás se pudieron organizar, de los dictadorzuelos otoñales, de las cofradías con tantos militares al mando y ninguno sin saber que demonios hacer, solo vociferando a garganta profunda el pedido de ayuda a los demás peruanos, vendiendo la falsa y barata idea de que todos a la línea de San Juan, total, si ellos no podían organizar ni las municiones de los rifles:
-“La artillería peruana no era efectiva y las tropas estaban armadas con rifles que frecuentemente tenían municiones incorrectas”- Y lo dijo Theodorus Mason para que nadie me refute.
Que ya que ellos no tenían la valentía suficiente de organizar un ejército para que sea llamado como tal:
-“El ejército que él (el dictador) había organizado para concurrir a la defensa de la capital sólo tenía de ejército el nombre”- Una voz del diplomático argentino Dámaso Uriburu. Uriburu nos trae a la memoria, la indecencia de Piérola y su gabinete, pues este hombre no pudo ni siquiera poner orden en su “capital”.

Ahora pues que nos digan que todos estaban preparados:
-“Las tropas eran de indígenas quienes habían sido reclutados en las cordilleras y casi forzados a luchar, cientos de ellos nunca habían visto antes una cuidad”- Palabras del escritor Robert Scheina. Nunca nadie hace caso a estas voces, pues no son historiadores, pero los “historiadores” no son dueños de la historia, así que no veo de mala leche traer acotación a quienes no lo son y quizás tal vez nos puedan dar una nueva visión de los hechos.
Soldados reclutados de los cuales muchos (por no decir todos) jamás habían visto una cuidad, sí pues, sí; esa es nuestra verdad, a lo que podemos llegar, a lo que somos capaces, no perdimos contra Chile, perdimos contra nosotros mismos, contra nuestra estúpida desunión, por nuestra falta de confianza en los nuestros, por los intereses personales sacrificando TIERRAS Y PERUANOS. No veo con gracia, querer solo hacer héroes (y lo son) a los que lucharon y destacaron en la defensa nacional, unos más que otros, pero no nos olvidemos del héroe máximo, pues del Perú, de Lima. De Chorrillos por favor.
No sé sí ustedes desean seguir reclutando gente para la defensa nacional, ya que pocos acuden al llamado por voluntad ¿Pues será acaso por la falta de motivación? Imploro se deje el spot de: “Ven y defiende a tu país”, pues es guachafo y desfasado. Cada uno defiende a su nación desde su trinchera. No se necesita de gentes en líneas de kilómetros de distancia, todas con rifle en mano, pues aprendimos la lección. Cada peruano vale desde su cañón, desde su casa, desde su bodega, desde su ventana, desde su chacra, desde donde el destino lo ha colocado.
Ensayé una manera de tener mi trinchera desde estas paginas, diciendo lo que este peruano piensa y cree, y con la incólume idea de seguir creyendo en su ejército siempre y cuando este claro, deje de ser tan desunido, tan gris, tan opaco, tan desequilibrado, tan olvidadizo. Pero que sobre todo apoye a recuperar la dignidad nacional como propuse al inicio, no preguntado abiertamente: ¿Qué hizo qué?, si no quizás preguntando: ¿Cuánto valió lo que hizo?, ¿Cuán importante es tú aporte? No olvidemos las lágrimas que derramó Chorrillos, no olvidemos a nuestros compatriotas, seamos una sola idea, el mundo no se resuelve con preguntas, tampoco exige respuestas, solo realidades. Cada día aprendo más de la “Guerra de Pacífico” y cada día valoro más lo que hizo mi región en la defensa Nacional.
Un niño nació hoy sobre esta linda tierra, crece y pregunta por su país, quiere poder amar a su Pabellón Nacional y defenderlo como lo haría con su patria, pues hay que enseñarle, hay que enseñarle a los héroes patrios (incluyo a nuestra tierra), abrirle la puerta de la verdad, de la reconciliación, pitarle a su Perú tal cual es sobre el óleo que él elija, pues cuando contribuya a la defensa nacional el elegirá su frente.

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