Mis amigos de 10 lucas...

Cinco animales Vs. Dos escribanos...

Ayer digamos no fue precisamente el mejor día de mi vida menos la de un amigo pues nos acribillaron, nos quisieron matar, nos quisieron…, nos quisieron desaparecer, nos quisieron hacer pesados, nos quisieron matar, nos quisieron violar y quizás otras cosas más; para suerte de nuestra integridad física no lograron esto último pero sí creo ya me mataron.
Los hecho fueron estos: el día de ayer a eso de las once de la noche más o menos a mí y a un amigo del cual no diré su nombre (porque él me lo pidió), se nos ocurre la genial idea de ir a comprar una Coca Cola. Estábamos conversando de lo más tranquilos, cuando llegamos a la Avenida Javier Prado; pasando el semáforo del cruce con San Luis antes del cruce con Aviación. Caminábamos de lo más campantes y felices yo con un billete en el bolsillo trasero de mi Jean. Hablamos de varias cosas de chicos: es decir, hablábamos de chicas hasta que vimos venir por la misma acera a un grupo de cinco hombres, y lo repito hombres, unos animales, unas grandes bestias, unos gigantes, unas verdaderas bestias carnívoras; dicho y hecho fueron grandes carnívoras. Seguimos caminando confiados en que como era una avenida grande nada iba a pasar y le restamos importancia. Llegado el momento, llegado el segundo indicado nos cruzamos, nos miraron, los miramos a ellos y nada pasó, seguimos nuestro camino hasta que mi amigo me toca el hombro y volteo y los cinco se estaban dando un festín algo obsceno con él. Las cosas se ponían mal. Entre dos lo agarran y tres vienen a mí. Ambos nos quisimos creer machitos en ese momento peleando y luchando puño a puño con aquellos aguerridos maleantes; era obvio que teníamos las de perder, era todo contra nosotros, cinco contra dos y encima la diferencia física y corporal era demasiado, estaba claro que íbamos a perder pero si algo de dignidad había en nosotros teníamos que demostrarlo peleando. Gracias a Dios o alguna otra fuerza maravillosa no peleamos porque ellos nos tenían de tal forma que no podía ni tocarme los cabellos. Nos gritaban como era de esperase por dinero y celulares, ninguno de los dos había llevado sus cel’s (aunque yo no tenía nada que perder si me lo quitaban), pero quien tenía el billete era yo pero caray como repito por dignidad les dijimos: que no teníamos nada. No nos creyeron y nos rebuscaron hasta llegar el momento de ver lo que guardan mis nalgas (me gusta decirlo así). Me sacaron los diez soles porque eso si lo sentí pero curiosamente también sentí que una mano se quedó allí dentro más tiempo del necesario. No importa, total solo fue una mano; no se porque (si sé pero no quiero aceptarlo) se la vienen en contra mía, a decirme mentiroso y esas jergas que la verdad no recuerdo: que por qué les había mentido. No les respondí, uno me empuja y otro me quiere tirar un puñete a la cara que por suerte no se como logre esquivar solo una parte porque me cayó a la altura del ojo izquierdo, pero no era un golpe de una mano cualquiera. Este hijo de su grañidísima y adorable y purisanta madre tenía una cuestión punzante entre los dedos y me hizo dos perversos tajos. Aún casi un día después me arde, malitos, au; pero no quedó todo hay: mi amigo por protegerme salta sobre él zafándose de los dos tipos que lo agarraban y por responder le hacen dos cortes por el cachete derecho. Nos desconocimos empezamos a repartir patadas a diestra y siniestra; golpes al aire pero ninguno le caía a estos. El semáforo por fin cambia y empiezan a pasar los carros y estas bestias bastardas se van, nos dejan y también nos dejaron cagada la cara y nos cagaron la Coca Cola que pensábamos comprar pero, ¿cortarnos solo por diez soles?, qué bajo están cayendo nuestros amigos hoy en día. Después de los hechos con mi amigo nos miramos a los ojos y vimos con la furia que estábamos y simplemente nos matamos de risa por lo pasado, en fin. Hoy ya más tranquilo sonrío al recordar que todo lo pasado fue solo por diez míseros lucas. Pero ¿qué hubiera pasado si tenía veinte...?