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viernes, 23 de octubre de 2009

Secuestro

El precio de tu atención.

El secuestro es la máxima expresión del ser popular. Si te secuestran es porque vales mucho o al menos algo para aunque sea una persona sea quien sea, o seas quien seas.
No solo hablo de secuestro físico si no también del sicológico y entre otros. No solo se puede secuestrar extrayéndote de tu realidad hacia otra donde no sabes cómo ni cuándo saldrás. Te puede secuestrar la intriga cuando alguien no te quiere decir algo, te puede secuestrar la conciencia pues piensas en otra cosa (estas en otra realidad) cuando deberías estar atento en la que al menos físicamente estas.
Pondremos el ejemplo de mi persona: yo suelo ser secuestrado de la manera más estúpida, pues mi secuestro es de tal manera que ni siquiera yo me doy cuenta hasta que llegue alguien (la persona u objeto que me rescatará) y me quiera sacar de ese mundo extraño al cual me han llevado o he sido conducido.
Hoy en la mañana me secuestró la curiosidad de saber si es que sería aceptado en la Universidad de Cine del Argentina, pero mi celular pagó mi rescate haciendo sonar su alarma y así regresándome a la realidad. Ayer por ejemplo: estuve secuestrado por la fría sensación de leer el blog de la persona más indeseada del mundo (ya metí la peta pues ahora sabe que muero de ganas de leerlo), hasta que llegó mi heroína, llegó mi mejor amiga, tocó el timbre y así me sacó de aquel tan calamitoso secuestro. Pero nada más jodido que ser secuestrado por los ojos de otra persona, pues allí sí la cosa es brava, porque el tiempo se vuelve eterno, ahí si quisiéramos tener el síndrome de Estocolmo, las cosas externas te valen nada, pero imagínate que tu secuestrador(a) es a la vez tu libertador (ra.) Pero usualmente: cada vez que somos secuestrador siempre viene alguien o algo a devolvernos al mundo, a nuestro mundo porque algo necesita o algo quiere, hasta quizás algo le debemos; es decir, esa persona, pensamiento, objeto, situación, etcétera pone un precio a nuestra atención, a nuestro ser, a nuestro cuerpo. Ahora imaginemos que demonios pasa cuando secuestran a nuestro secuestrador ¿ahora quién demonios pone un precio a nuestra atención?

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