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domingo, 11 de octubre de 2009

Y él me dijo...

Y él me dijo que no describa nada...

Cuando recuerdo lo que soñé esta noche me consume una rara sensación y eso en mi es normal, pero lo raro es acordarme absolutamente de todo lo que según yo “soñé”.
La cuestión es esta: me preocupa haber soñado con todo el mundo menos ella (y cuando me refiero a todo el mundo, es todo el mundo: desde mi conejo hasta los tipejos que me robaron hace ya unos días) Es raro pensarlo pues lo que me imagino que eso me da a pensar en dos opciones. Una, que he soñado (pensando) con aquellas personas que menos me importar en el mundo, es decir: mi subconsciente me quiere dar a entender que ellos también existen ó. Segunda, que he pensado (soñado) con las personas que de verdad me aman, Me aprecian, que soy importante para ellos. La verdad no sé. Me da dolor de cabeza tratar de entender por qué ella no apareció en esa noche.
Él me dijo que me daría símbolos de la gente que me aprecia. Él me dijo que siempre ella estaría a mi lado. Él me dijo que siempre las cosas si las pienso serian fáciles. Él me dijo muchas cosas que hoy no entiendo.
Si retrocedo el tiempo que cosa no contaría sobre él, o lo que me dijo. Es como que me dijera todo lo contrario a lo que me va a pasar, o me pone en dos situaciones completamente distintas que la verdad ya no se que michi (hace tiempo no uso la palabra michi) pensar. Nada de lo que me dice tiene sentido. Nada es lógico. Nada se vuelve un mundo pero en ese momento la nada me cubre, pues algo así es lo que pasa por mi cabeza con lo que él me dice.
Él me dijo que no me cambiarían de colegio (al año siguiente nuevo cole). Él me dijo que mi hermano tendría una vista fantástica (tiene Coats). Él me dijo que mi madre siempre estaría a mi lado (para al lado del aeropuerto). Él me dijo que me corte el cabello (a una cuadra estaban pegando a mi abuelo). Él me dijo que apueste en ese partido (perdí doscientos soles). Él me dijo que le diga lo que siento a ella (ahora ella no me quiere ver, ni lee mi blog). Él me dijo que mi blog tendría buena acogida (no lo lee ni mi prima).
Y así seguiría enumerando cada cosa que me dijo y resulto ciento ochenta grados distinto. Es decir: como demonios puedo confiar en él, si al final de cuentas todo saldrá contrario como desde a qué hora me baño (porque en la mañana entra mi papá a la ducha y en la noche mi madre si esta o si no mi hermano) hasta que le debo decir a mi media naranja. Cuándo debo comer. Qué debo comprar. Cómo debo dormir. Qué debo escribir. Qué debo leer. Por donde debo navegar. Con quienes debo andar. Con cuanto debo andar (el día del robo me dijo que lleve diez soles y no lo exacto como pensé).
La patinada que más recuerdo fue cuando me mandé por primera vez a una chica: todo lo que me dijo sonaba genial, así que lo hice, el momento, qué lleva puesto, qué tenia en las manos, lo que llevaba en los bolsillos, lo que le diría, el lugar, absolutamente todo lo hice tal cual, pero como estabas pensando todo fue ahora un absoluto desastre, una chingana, una lacra, de lo peor pero felizmente ella se dio cuento de lo mal que me iba y de los nervios que me corrompían y no me dejaban hablar. Me hizo las cosas más fáciles (explicaré detalles ya otro día si desean).
Pero lo que más cólera me da de todo lo que he tenido que escuchar fue cuando le hice dos preguntas juntas y me respondió con toda la frialdad y frescura posible:
1. ¿Cuál será el resultado de mi test sicológico? 2. ¿Qué debo dejar de ser? Y él me dijo: Debes dejar de ser bipolar. Ahh y eres esquizofrénico...

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